CUANDO LA MOTIVACIÓN ES
LA PERFECCIÓN PROPIA
Y NO LA FIDELIDAD DE DIOS NI SU GRACIA
Cuando se pretende ser
fieles, pero sin entender la gracia, entonces el resultado es el legalismo y un
corazón engañado.
¿Qué te motiva ser fiel a Dios? Ya vimos que una de las respuestas
puede ser: ¡El deseo de ser perfecto! Cuando mi motivación es mi propia
perfección entonces estoy caminando sobre terreno peligroso y arenas movedizas.
No hay hombre perfecto en la tierra que haga siempre el bien y que nunca cometa
errores… Solo es cosa de tiempo para terminar frustrado, agotado, culposo y
lejos de Dios. El hombre que busca ser perfecto tiene como “bencina para su
motor” su propio orgullo y está confiando en su propio esfuerzo para
presentarse delante de Dios… Perdónenme la expresión: ¡Es el peor de los
necios! (Y créeme que yo mismo lo he sido).
Cuando comencé mi
caminar como discípulo de Cristo, comencé muy enfocado en ser perfecto y en
ganarme de algún modo la simpatía de Dios, pero conociendo muy poco acerca de
la gracia de Dios. Era duro conmigo mismo porque creía que tenía que ser
perfecto, pero no hay corazón que aguante mucho tiempo siguiendo ese camino y
sintiéndose animado y feliz con Dios.
Lucas 18:9-14. Jesús denunció a aquellos
religiosos que pretendían presentarse delante de Dios creyéndose perfectos. Es
un sistema ciego, irreal y que termina lejos de la gracia de Dios,
resistiéndola. Jesús enseñó esta parábola para quienes “confiaban en sí mismos
como Justos”.
“Los fariseos y los maestros
e la ley Habían dispersado la ley de Dios en 613 reglas, 248 mandamientos, 365
prohibiciones. Y reforzaban todas estas reglas con 1521 enmiendas…”[1]
Podemos comprender por qué entonces se encontraba tan seguro y orgulloso el
fariseo frente a Dios. La base de su seguridad radicaba en que había logrado
cumplir con todas las reglas que su religión le imponía. En cambio el publicano
(recaudador de impuestos) no tenía nada bueno a que echar mano para presentarse
delante de Dios y aún así decide presentarse, pero solo apelando a su gracia (
su compasión, su bondad inmerecida). Dentro del pueblo judío los publicanos
estaban en la misma categoría que las rameras (por eso Jesús los nombra juntos.
Mateo 21.31. Etc.) La palabra publicano era sinónimo de ladrón. Su dinero no
podía ser donado como ofrenda en el templo, ni siquiera para dar limosna a los
pobres por ser considerados despreciables.
Entendemos entonces
el impacto que tiene que haber provocado en sus oyentes esta parábola de Jesús. Él la usó para hablar
de la gracia de Dios, y que la gracia de Dios solo es gracia pura cuando no
podemos hacer nada para ganarla o
merecerla. El publicano fue declarado “justo” por Dios (sin culpa de pecado)
solo por la pura gracia de Dios. ¡Así de importante es el mensaje de la gracia,
radical y ofensivo al orgullo humano!
¿Con que material voy a construir mi vida espiritual?
El Salmo 26:3(DHH). Dice así: “Yo
tengo presente tu amor y te he sido fiel…” ¡Es la fidelidad y el amor de
Dios lo que me motiva a ser fiel! ¡La única motivación perdurable para
mantenerme fiel a Dios todos los días de mi vida es tener siempre presente su
amor (Y su amor lo recibo de pura gracia)!
Si buscamos perfección
¿Quién podría mantenerse en el camino
junto a Dios? ¡Nadie! Pero mi deseo de honrar a Dios viene de reconocer su
continuo perdón hacia mi vida ¡Quiero ser fiel a Dios porque su gracia me
motiva a ello!
Hechos 20:32 (NVI):
“Ahora los encomiendo a Dios y al mensaje de su gracia, mensaje que tiene el
poder para edificarlos y darles herencia
entre todos los santificados.” El apóstol Pablo confiaba en el mensaje de
la gracia de Dios y sabía que era un
suficiente para edificar a los
discípulos y llevarlos al cielo. ¿Creo yo que la gracia es suficiente para
edificar a la iglesia? ¿O busco métodos extras para motivar a los discípulos?
Hechos 11:23 (NVI):
“Cuando él llegó y vio las evidencias de la gracia de
Dios, se alegró y animó a todos a hacerse el firme propósito de
permanecer fieles al Señor.” Solo podemos realmente permanecer fieles al
Señor cuando conocemos la gracia de Dios.
1ª Cor. 15: 9-10: “Mientras
más vamos conociendo la gracia de Dios, más seguro y gozoso es nuestro
cristianismo, y causa más impacto en la vida de otros”.
2ª Corintios 12: 7-9: Entender la gracia de Dios es todo lo que
necesitamos para permanecer fieles a Dios.
Tito 2:11-12: Solo
el que comprende la gracia de Dios. Recibe el poder y lo motivación para vivir
una vida venciendo el pecado y los deseos mundanos.
Algunas ideas sobre la gracia de Dios
La gracia de Dios solo es gracia real cuando entendemos que no podemos hacer nada
para ganarla ni merecerla y que la base de esa
gracia es la bondad inmerecida o el amor inmerecido de Dios por nosotros
y no nosotros mismos.
Veamos algunas
escrituras:
Oseas 14:4: “… Voy a amarlos aunque no lo merezcan…”
(DHH.).
“…Y los amaré de pura
gracia…” (NVI).
El amor que hemos recibido de Dios es una expresión de la
gracia pura de Dios. ¿Estoy contaminando la pureza de la gracia de Dios,
tratando ahora de ganarme su amor? ¡El amor de Dios no se gana, se recibe!
Miqueas 7:18: “…Porque tu mayor placer es amar.” (NVI).
El mayor placer de Dios no está sujeto a nada de lo que yo pueda hacer. Porque
su mayor placer es amarme y su amor es un acto de pura gracia. Su mayor placer
no está sujeto a la condición o la conducta del objeto que recibe el amor (o
sea yo), sino a la fuente misma del amor que es Dios. Dios me ama porque él es amor. Porque su
naturaleza es amor puro e incondicional (1ª Juan 5:16).
“Por lo tanto, ni mis
cambios anímicos, ni mis derrotas, ni mis victorias, ni lo espiritual que sea,
ni lo mal que me sienta pueden afectar “su mayor placer”. “Dios a nadie ama
porque se lo merezca, o porque se haya ganado su amor. Dios me ama solo porque él es amor puro, inmutable
e incondicional.”
Salmo 103: 3 y 10: “ÉL
es quien perdona todas mis maldades,
quien sana todas mis enfermedades… No nos ha dado el pago que merecen nuestras
maldades y pecados;…”
Esta es una de las escrituras que en lo personal me definen lo
que es la gracia de Dios. Gracia
significa: Bondad inmerecida de Dios con nosotros. Y aquí dice que Dios no
nos da lo que merecemos, sino lo que no merecemos:
Ø Mis
maldades y pecados merecen castigo y Dios me da perdón.
Ø Merezco
la muerte y Dios me sigue dando vida.
Ø Merezco
un latigazo y una bofetada y Dios me da un beso.
Ø Merezco
un ceño enojado y fruncido y Dios me da una sonrisa.
Ø Merezco
ser expulsado de su presencia y Dios me da un abrazo.
Ø Merezco
ir al infierno y Jesús ora por mí diciendo: “Padre perdónalo”.
1ª Cor. 15:10: Solo
cuando entendemos la gracia de Dios podemos vernos correctamente a nosotros
mismos. Solo por medio de la gracia de Dios nos podemos mirar a nosotros mismos
y a Dios y sin asustarnos. La gracia de
Dios es el lente correcto para ver quien soy porque es “por la gracia de Dios que soy lo que soy”.
“No es lo que hago
basándome en mis logros lo que define lo que soy. Si no lo que soy por la
gracia de Dios lo que termina definiendo lo que hago”
¡Quiero ser fiel a Dios porque él es fiel conmigo! Es su gracia, su continuo perdón y su amor lo
que me motiva a querer estar con él.
2ª de Timoteo 2:13 dice que,
aunque yo sea infiel y le falle a Dios, él sigue siendo fiel. Y
esto lo he comprobado muchas veces en mi
vida. Yo he fallado, pero Dios sigue ahí. Yo peco y lo ofendo continuamente
pero él permanece fiel. Él no se mueve, él no me abandona y me sigue mostrando
su amor.
El Salmo 130:3-4 dice lo mismo de Dios:
“Señor, Señor,
Si tuvieras en cuenta la maldad
¿Quién podría mantenerse en pie?
Pero en ti encontramos perdón,
Para que te honremos.”
Es el continuo
perdón de Dios lo que me motiva a querer honrarlo más y más. Seamos realistas,
si Dios decidiera enrostrarnos cada pecado que cometemos (en pensamientos,
sentimientos y acciones) ¿Quién de nosotros seguiría estando de pie frente a
Dios? ¿Quién tendría la esperanza de ir al cielo?
El conflicto de la gracia:
Desde el comienzo, el mensaje de Pablo de
“salvación solo y absolutamente por la gracia de Dios” fue mal entendido por
ciertos sectores de la iglesia de Cristo: Romanos
3:8. (NVI.): “¿Por qué no decir: Hagamos lo malo para que venga lo bueno?” Así nos calumnian algunos, asegurando que
eso es lo que enseñamos. ¡Pero bien merecida se tienen la condenación!”
Está claro que Pablo no enseñaba eso que
algunos decían de él: “¿Qué
concluiremos? ¿Vamos a seguir pecando para que la gracia abunde? ¡De ninguna
manera! Nosotros que hemos muertos al
pecado ¿Cómo podemos seguir viviendo en él? (Rom. 6:1-6).
1. Los legalistas: “Para ellos Cristo
no era suficiente, ni su gracia salvadora. Tenían que hacer más cosas para
salvarse”. La iglesia tuvo que definir
su postura frente a la primera herejía que comenzó a cundir dentro de ella. Esto se encuentra en Hechos 15:1-11.
En el principio
comenzó siendo un gran altercado contra lo que Pablo enseñaba “salvación solo
por la gracia de Dios” (vs. 1-5). Algunos creen que fue en ese tiempo, justo
antes de realizarse este primer concilio de la iglesia en Jerusalén, que Pablo
escribe su agresiva carta a los Gálatas advirtiéndoles los graves errores que
enseñaban estos “maestros judaizantes”. Este movimiento siguió cundiendo dentro
de la iglesia y causándole muchos problemas a Pablo (1ª Timoteo 1:3-7).
2. Los libertinos: Estos creían que la
gracia de Dios les daba plena libertad para pecar y llevar vidas inmorales.
Pensaban que ya una vez salvos, eran
salvos para siempre sin importar los pecados que practicaran. La carta de Judas (leer Judas
v. 3-5 y su concepto de la gracia), y la carta de 2ª de Pedro fueron
escritas para contradecir este error o herejía dentro de la iglesia. En 2ª
Pedro 3:14-18 Pedro advierte que estos torcían o mal interpretaban los
escritos del apóstol Pablo para justificar sus conductas inmorales. Pedro los
llama con el nombre de “libertinos” en el verso 17. Y también le enseña a la
iglesia que la solución frente a esta herejía no era “dejar de predicar sobre
la gracia de Dios y comenzar a ser más duros y radicales”. Por el contrario la solución la da en el verso
18 donde dice: “Mas bien, crezcan en la
gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea
la gloria ahora y para siempre! Amén.”
Para ser honestos,
todos tenemos la tentación de caer en uno u otro grupo. Pero estamos llamados a
ser… ¡Ni legalistas, ni libertinos! Pero
sí fieles a Dios como una expresión de que confiamos en su gracia y no en
nosotros mismos para salvarnos.
¿Tienes el lente correcto? ¿Conoces la gracia de Dios?
(Estos son algunos textos de combate que me
han servido en mi vida espiritual para comprender y aceptar la gracia de Dios
cada vez que peco y que siento que Dios ya no quiere nada con migo).
Cosas que Dios no hace
cada vez que yo peco:
Génesis 3:21: “Dios
no deja de velar por mis necesidades y de cuidarme, aún cuando muchas veces yo
lo ofendo y peco”.
Salmo 37:23-24: “El
Señor dirige los pasos del hombre y lo pone en el camino que a él le agrada;
Aún cuando caiga, no quedará caído, porque el Señor lo tiene de la mano.”
(DHH). Dice que Dios no me suelta ni se
aleja de mí cuando yo me caigo. Generalmente es lo contrario: “Soy yo el que
decide soltarse de su mano porque no entiendo la gracia de Dios”.
Salmo 103:3: “No
existe pecado que Dios no esté dispuesto a perdóname por su gracia si estamos
dispuestos a ir a él arrepentidos”.
Lucas 22:31-32:
“Dice que Jesús no deja de tener visión por mí, aún cuando yo me caiga, o
peque, o lo ofenda como lo hizo Pedro. Su visión por mí va mucho más allá de
mis caídas, porque él ve que así yo voy a experimentar su gracia y que voy a
cambiar mi corazón conociendo mejor su perdón”.
“También dice que Jesús conoce desde mucho antes mis caídas y
los pecados que voy a cometer, y aún así el ya está dispuesto a perdonarme. No
tengo un solo pecado o caída con el que yo pueda sorprenderlo”.
Hebreos 2:11: Jesús
no se avergüenza de mí, ni de mis debilidades.
Hebreos 8:12: Dice
que cuando Jesús perdona mis pecados no
se vuelve a acordar más de él.
¿No te dan ganas de servir fielmente a un Dios así?
¿Qué te motiva a ser fiel?
¿Es la gracia de Dios o tu deseo de perfección?