viernes, 13 de enero de 2012

¡Ni legalistas, ni libertinos... Pero sí fieles a Dios!


CUANDO LA MOTIVACIÓN ES LA PERFECCIÓN PROPIA Y NO LA FIDELIDAD DE DIOS NI SU GRACIA

Cuando se pretende ser fieles, pero sin entender la gracia, entonces el resultado es el legalismo y un corazón engañado. 

   ¿Qué te motiva ser fiel a Dios? Ya vimos que una de las respuestas puede ser: ¡El deseo de ser perfecto! Cuando mi motivación es mi propia perfección entonces estoy caminando sobre terreno peligroso y arenas movedizas. No hay hombre perfecto en la tierra que haga siempre el bien y que nunca cometa errores… Solo es cosa de tiempo para terminar frustrado, agotado, culposo y lejos de Dios. El hombre que busca ser perfecto tiene como “bencina para su motor” su propio orgullo y está confiando en su propio esfuerzo para presentarse delante de Dios… Perdónenme la expresión: ¡Es el peor de los necios! (Y créeme que yo mismo lo he sido).

   Cuando comencé mi caminar como discípulo de Cristo, comencé muy enfocado en ser perfecto y en ganarme de algún modo la simpatía de Dios, pero conociendo muy poco acerca de la gracia de Dios. Era duro conmigo mismo porque creía que tenía que ser perfecto, pero no hay corazón que aguante mucho tiempo siguiendo ese camino y sintiéndose animado y feliz con Dios.

   Lucas 18:9-14. Jesús denunció a aquellos religiosos que pretendían presentarse delante de Dios creyéndose perfectos. Es un sistema ciego, irreal y que termina lejos de la gracia de Dios, resistiéndola. Jesús enseñó esta parábola para quienes “confiaban en sí mismos como Justos”.
   “Los fariseos y los maestros e la ley Habían dispersado la ley de Dios en 613 reglas, 248 mandamientos, 365 prohibiciones. Y reforzaban todas estas reglas con 1521 enmiendas…”[1] Podemos comprender por qué entonces se encontraba tan seguro y orgulloso el fariseo frente a Dios. La base de su seguridad radicaba en que había logrado cumplir con todas las reglas que su religión le imponía. En cambio el publicano (recaudador de impuestos) no tenía nada bueno a que echar mano para presentarse delante de Dios y aún así decide presentarse, pero solo apelando a su gracia ( su compasión, su bondad inmerecida). Dentro del pueblo judío los publicanos estaban en la misma categoría que las rameras (por eso Jesús los nombra juntos. Mateo 21.31. Etc.) La palabra publicano era sinónimo de ladrón. Su dinero no podía ser donado como ofrenda en el templo, ni siquiera para dar limosna a los pobres por ser considerados despreciables. 

   Entendemos entonces el impacto que tiene que haber provocado en sus oyentes  esta parábola de Jesús. Él la usó para hablar de la gracia de Dios, y que la gracia de Dios solo es gracia pura cuando no podemos hacer nada  para ganarla o merecerla. El publicano fue declarado “justo” por Dios (sin culpa de pecado) solo por la pura gracia de Dios. ¡Así de importante es el mensaje de la gracia, radical y ofensivo al orgullo humano!


¿Con que material voy a construir mi vida espiritual?

  El Salmo 26:3(DHH). Dice así: “Yo tengo presente tu amor y te he sido fiel…” ¡Es la fidelidad y el amor de Dios lo que me motiva a ser fiel! ¡La única motivación perdurable para mantenerme fiel a Dios todos los días de mi vida es tener siempre presente su amor (Y su amor lo recibo de pura gracia)!
 Si buscamos perfección ¿Quién podría mantenerse  en el camino junto a Dios? ¡Nadie! Pero mi deseo de honrar a Dios viene de reconocer su continuo perdón hacia mi vida ¡Quiero ser fiel a Dios porque su gracia me motiva a ello! 

Hechos 20:32 (NVI): “Ahora los encomiendo a Dios y al mensaje de su gracia, mensaje que tiene el poder para edificarlos y  darles herencia entre todos los santificados.” El apóstol Pablo confiaba en el mensaje de la gracia de Dios y sabía que era un  suficiente para edificar  a los discípulos y llevarlos al cielo. ¿Creo yo que la gracia es suficiente para edificar a la iglesia? ¿O busco métodos extras para motivar a los discípulos?

Hechos 11:23 (NVI): “Cuando él llegó y vio las evidencias de la gracia  de  Dios, se alegró y animó a todos a hacerse el firme propósito de permanecer fieles al Señor.” Solo podemos realmente permanecer fieles al Señor cuando conocemos la gracia de Dios.

1ª Cor. 15: 9-10: “Mientras más vamos conociendo la gracia de Dios, más seguro y gozoso es nuestro cristianismo, y causa más impacto en la vida de otros”.

2ª Corintios 12: 7-9: Entender la gracia de Dios es todo lo que necesitamos para permanecer fieles a Dios.

Tito 2:11-12: Solo el que comprende la gracia de Dios. Recibe el poder y lo motivación para vivir una vida venciendo el pecado y los deseos mundanos.


Algunas ideas sobre la gracia de Dios

La gracia de Dios solo es gracia real  cuando entendemos que no podemos hacer nada para ganarla ni merecerla y que la base de esa  gracia es la bondad inmerecida o el amor inmerecido de Dios por nosotros y no nosotros mismos.

Veamos algunas escrituras:
Oseas 14:4: “… Voy a amarlos aunque no lo merezcan…” (DHH.).
                      “…Y los amaré de pura gracia…” (NVI).
El amor que hemos recibido de Dios es una expresión de la gracia pura de Dios. ¿Estoy contaminando la pureza de la gracia de Dios, tratando ahora de ganarme su amor? ¡El amor de Dios no se gana, se recibe!

Miqueas 7:18: “…Porque tu mayor placer es amar.” (NVI). El mayor placer de Dios no está sujeto a nada de lo que yo pueda hacer. Porque su mayor placer es amarme y su amor es un acto de pura gracia. Su mayor placer no está sujeto a la condición o la conducta del objeto que recibe el amor (o sea yo), sino a la fuente misma del amor que es Dios.  Dios me ama porque él es amor. Porque su naturaleza es amor puro e incondicional (1ª Juan 5:16). 

“Por lo tanto, ni mis cambios anímicos, ni mis derrotas, ni mis victorias, ni lo espiritual que sea, ni lo mal que me sienta pueden afectar “su mayor placer”. “Dios a nadie ama porque se lo merezca, o porque se haya ganado su amor. Dios  me ama solo porque él es amor puro, inmutable e incondicional.”

Salmo 103: 3 y 10: “ÉL es quien perdona  todas mis maldades, quien sana todas mis enfermedades… No nos ha dado el pago que merecen nuestras maldades y pecados;…”

Esta es una de las escrituras que en lo personal me definen lo que es la gracia de Dios. Gracia significa: Bondad inmerecida de Dios con nosotros. Y aquí dice que Dios no nos da lo que merecemos, sino lo que no merecemos:

Ø  Mis maldades y pecados merecen castigo y Dios me da perdón.
Ø  Merezco la muerte y Dios me sigue dando vida.
Ø  Merezco un latigazo y una bofetada y Dios me da un beso.
Ø  Merezco un ceño enojado y fruncido y Dios me da una sonrisa.
Ø  Merezco ser expulsado de su presencia y Dios me da un abrazo.
Ø  Merezco ir al infierno y Jesús ora por mí diciendo: “Padre perdónalo”.

1ª Cor. 15:10: Solo cuando entendemos la gracia de Dios podemos vernos correctamente a nosotros mismos. Solo por medio de la gracia de Dios nos podemos mirar a nosotros mismos y a Dios  y sin asustarnos. La gracia de Dios es el lente correcto para ver quien soy porque es “por la gracia de Dios que soy lo que soy”.
“No es lo que hago basándome en mis logros lo que define lo que soy. Si no lo que soy por la gracia de Dios lo que termina definiendo lo que hago”
¡Quiero ser fiel a Dios porque él es fiel conmigo!  Es su gracia, su continuo perdón y su amor lo que me motiva a querer estar con él.


   2ª de Timoteo 2:13 dice que,  aunque yo sea infiel y le falle a Dios, él sigue siendo fiel. Y esto  lo he comprobado muchas veces en mi vida. Yo he fallado, pero Dios sigue ahí. Yo peco y lo ofendo continuamente pero él permanece fiel. Él no se mueve, él no me abandona y me sigue mostrando su amor. 

    El Salmo 130:3-4 dice lo mismo de Dios:
“Señor, Señor,
Si tuvieras en cuenta la maldad
¿Quién podría mantenerse en pie?
Pero en ti encontramos perdón,
Para que te honremos.”

    Es el continuo perdón de Dios lo que me motiva a querer honrarlo más y más. Seamos realistas, si Dios decidiera enrostrarnos cada pecado que cometemos (en pensamientos, sentimientos y acciones) ¿Quién de nosotros seguiría estando de pie frente a Dios? ¿Quién tendría la esperanza de ir al cielo?


El conflicto de la gracia:

    Desde el comienzo, el mensaje de Pablo de “salvación solo y absolutamente por la gracia de Dios” fue mal entendido por ciertos sectores de la iglesia de Cristo: Romanos 3:8. (NVI.): “¿Por qué no decir: Hagamos lo malo para que venga lo bueno?” Así nos calumnian algunos, asegurando que eso es lo que enseñamos. ¡Pero bien merecida se tienen la condenación!”

    Está claro que Pablo no enseñaba eso que algunos decían de él: “¿Qué concluiremos? ¿Vamos a seguir pecando para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera!  Nosotros que hemos muertos al pecado ¿Cómo podemos seguir viviendo en él? (Rom. 6:1-6).

    1. Los legalistas: “Para ellos Cristo no era suficiente, ni su gracia salvadora. Tenían que hacer más cosas para salvarse”.  La iglesia tuvo que definir su postura frente a la primera herejía que comenzó a  cundir dentro de ella. Esto se encuentra en Hechos 15:1-11.
 
    En el principio comenzó siendo un gran altercado contra lo que Pablo enseñaba “salvación solo por la gracia de Dios” (vs. 1-5).  Algunos creen que fue en ese tiempo, justo antes de realizarse este primer concilio de la iglesia en Jerusalén, que Pablo escribe su agresiva carta a los Gálatas advirtiéndoles los graves errores que enseñaban estos “maestros judaizantes”. Este movimiento siguió cundiendo dentro de la iglesia y causándole muchos problemas a Pablo (1ª Timoteo 1:3-7).

    2. Los libertinos: Estos creían que la gracia de Dios les daba plena libertad para pecar y llevar vidas inmorales. Pensaban que ya una vez salvos,  eran salvos para siempre sin importar los pecados que practicaran.  La carta de Judas (leer  Judas v. 3-5 y su concepto de la gracia), y la carta de 2ª de Pedro fueron escritas para contradecir este error o herejía dentro de la iglesia.  En 2ª Pedro 3:14-18 Pedro advierte que estos torcían o mal interpretaban los escritos del apóstol Pablo para justificar sus conductas inmorales. Pedro los llama con el nombre de “libertinos” en el verso 17. Y también le enseña a la iglesia que la solución frente a esta herejía no era “dejar de predicar sobre la gracia de Dios y comenzar a ser más duros y radicales”.  Por el contrario la solución la da en el verso 18 donde dice: “Mas bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea la gloria ahora y para siempre! Amén.

    Para ser honestos, todos tenemos la tentación de caer en uno u otro grupo. Pero estamos llamados a ser… ¡Ni legalistas, ni libertinos!  Pero sí fieles a Dios como una expresión de que confiamos en su gracia y no en nosotros mismos para salvarnos.


¿Tienes el lente correcto? ¿Conoces la gracia de Dios?

(Estos son algunos textos de combate que me han servido en mi vida espiritual para comprender y aceptar la gracia de Dios cada vez que peco y que siento que Dios ya no quiere nada con migo).

Cosas  que Dios no hace cada vez que yo peco: 

Génesis 3:21: “Dios no deja de velar por mis necesidades y de cuidarme, aún cuando muchas veces yo lo ofendo y peco”.

Salmo 37:23-24: “El Señor dirige los pasos del hombre y lo pone en el camino que a él le agrada; Aún cuando caiga, no quedará caído, porque el Señor lo tiene de la mano.” (DHH).  Dice que Dios no me suelta ni se aleja de mí cuando yo me caigo. Generalmente es lo contrario: “Soy yo el que decide soltarse de su mano porque no entiendo la gracia de Dios”.

Salmo 103:3: “No existe pecado que Dios no esté dispuesto a perdóname por su gracia si estamos dispuestos a ir a él arrepentidos”.

Lucas 22:31-32: “Dice que Jesús no deja de tener visión por mí, aún cuando yo me caiga, o peque, o lo ofenda como lo hizo Pedro. Su visión por mí va mucho más allá de mis caídas, porque él ve que así yo voy a experimentar su gracia y que voy a cambiar mi corazón conociendo mejor su perdón”.

“También dice que Jesús conoce desde mucho antes mis caídas y los pecados que voy a cometer, y aún así el ya está dispuesto a perdonarme. No tengo un solo pecado o caída con el que yo pueda sorprenderlo”. 

Hebreos 2:11: Jesús no se avergüenza de mí, ni de mis debilidades.

Hebreos 8:12: Dice que cuando Jesús perdona mis pecados no  se vuelve a acordar más de él.



¿No te dan ganas de servir fielmente a un Dios así?
 ¿Qué te motiva a ser fiel?
¿Es la gracia de Dios o tu deseo de perfección?



[1] Philips Yansey, El Jesús que nunca  conocí (Miami, Florida: Editorial Vida. 1996), p. 132.

domingo, 8 de enero de 2012

Taller: Vale la pena ser fiel


¡VALE LA PENA SER FIEL!
(Salmo 58:11).
                                   
                                                                                                        (Todas las escrituras están tomadas  de la  versión Dios Habla Hoy a menos que se indique  lo contrario)

Todos nosotros nos iniciamos en la aventura de ser discípulos de Cristo esperando algo de Dios y aún seguimos esperando cosas  de él y es natural porque él es nuestro Dios y nuestra fuente de provisión en todos los aspectos. Pero ¿Qué es lo que Dios espera de mí? ¿Me pregunto eso alguna vez? En la conocida escritura de Miqueas 6:8 Dios lo dice claramente: ¡Dios espera que yo le sea fiel! Hay cosas que Dios nunca va a pedir de mí porque él sabe que no están en mí y me conoce mejor que yo mismo.  Pero yo si puedo ser fiel: “El Señor te ha dicho, oh hombre, en qué consiste lo bueno y qué es lo que él espera de ti: que hagas justicia, que seas fiel y leal y que obedezcas humildemente a tu Dios.” (También  leer  Juan 8: 31 y Apoc. 2:10).

Ser fiel pero no perfecto
   ¿Qué es ser fiel? Para entenderlo mejor podríamos empezar con otra pregunta ¿Ser fiel a Dios significa llegar a  ser perfectos?  Está claro que ser fiel a Dios no significa ser prefectos: “Sin embargo, no hay nadie en la tierra tan perfecto que haga siempre el bien y nunca peque.” (Eclesiastés 7:20) Dios nos pide fidelidad pero no nos pide perfección… Todos nosotros cometemos pecados y por lo tanto somos todos imperfectos. Pero no todos los miembros de la familia humana buscamos ser fieles a Dios ¡Ser fiel a Dios no significa ser perfectos y no pecar! ¡Ser perfecto no está en mí, ser fiel sí! 

Una tendencia religiosa llamada perfeccionismo
Algunos han llamado “Perfeccionismo” al concepto religioso que cree   que es posible alcanzar en esta tierra y en esta vida presente, la erradicación total del pecado. Y a través de la historia del cristianismo han existido cada cierto tiempo movimientos religiosos que mantienen tal pretensión.
    Yo creo que el perfeccionismo como tendencia religiosa no es algo nuevo. Sino que es parte del engaño que produce  nuestra naturaleza corrompida por el pecado. Jesús mismo atacó fuertemente la tendencia legalista que existía entre los religiosos  de su tiempo (Lucas 18:9-14) que se creían justos y confiaban en sus propios logros para salvarse delante de Dios. Después el mismo apóstol Pablo tiene que corregir el legalismo que estaba desviando a los Gálatas cuando les dice: “¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos?” (Gálatas 3: 3. Versión NVI. Leer también 5:1-4).  Y todo perfeccionismo religioso es un tipo de legalismo.

      1. Somos todos pecadores: Pero  cualquier tipo de perfeccionismo religioso  lógicamente  se contradice con la doctrina fundamental de la fe Cristiana que enseña que todos somos pecadores (Rom.3:23). No solo que lo fuimos en su tiempo, sino que seguimos pecando en la actualidad. Wayne Grudem define el pecado con las siguientes palabras: “Pecado es no ajustarnos a la ley moral de Dios en hechos, actitudes o naturaleza…”[1].¿Seguro que siempre hacemos todo bien delante de Dios?     
     Además tenemos que recordar que la definición de pecado en el nuevo testamento está relacionada con el término “jamartia o hamartiaque literalmente significa: “errar el blanco”. William Barclay nos dice que “…En el griego clásico, hamartia expresa básicamente la idea de “yerro”…  empezó significando  “errar el blanco”, como, por ejemplo,  cuando se dispara una flecha que no acierta…” [2]  ¡Y Santiago en su carta dice que todos cometemos muchos errores! (Santiago 3:2). ¿Quién de nosotros puede decir que no ha cometido errores en el pasado y aún en la actualidad por más cristiano y espiritual que sea? ¿Quién de nosotros puede decir que ya no peca y que alcanzó la perfección estando aún en esta tierra?


     2. Algunas escrituras mal usadas: Escrituras tales como Mateo  5:48, Col 1:28 y 1ª Juan 3:6 (Entre otras escrituras), parecen enseñar esto.
Pero estas escrituras no pueden ser enseñadas para incentivar un punto de vista perfeccionista por las siguientes razones:
En Mateo 5: 48.     Un comentario acerca del verso 48 de Mateo 5 dice lo siguiente: “… y para entender el significado debe tenerse en cuenta que estas palabras fueron dichas en relación con el deber de amar a los enemigos. Es en este contexto que debe ser interpretado… La palabra teleios aquí traducida “perfecto”, es usada en otras partes como perfección relativa, como la de los adultos comparados con la de los niños y conlleva la idea de madurez y plenitud. Una cosa es perfecta, en este sentido, cuando ha alcanzado madurez, cuando cumple el propósito para el cual fue diseñado…”[3]
 Jesús está hablando en el contexto de aprender a amar como Dios ama de un modo completo, a amigos y enemigos (vs. 43-48). Pero no está enseñando la posibilidad de llegar  a dejar de pecar mientras vivamos en esta tierra. Porque en unos versos mas delante de este mismo sermón (Mateo 6:12), Jesús le enseñó a sus discípulos a orar así: “… Perdónanos nuestras deudas (pecados), como  también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores (los que pecan contra nosotros y nos dañan).” (Versión NVI.).
En Col 1:28 El apóstol Pablo no puede estar hablado de llegar a ser perfectos en esta tierra y sin pecados (de llegar al estado de no cometer errores y faltas). Porque Pablo mismo declara: “No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto…” (Filp.3:12). ¿Cómo podría haber estado exigiendo de otros, lo que él mismo no tenía? Después parece hacer un llamado de atención en un tono aparentemente sarcástico (según la versión NVI.) a algunos que ya se consideraban perfectos y que contrastaban con la actitud humilde y realista del apóstol Pablo (Fil. 3:13-19).

 Y 1ª Juan 3:6 no está diciendo que el cristiano ya no peca sino que un cristiano “No vive en pecado”. (Las escrituras que vienen después nos van a demostrar que el apóstol Juan jamás enseñó  una doctrina perfeccionista).


Perfectos= maduros= desarrollados en nuestra relación con Dios.

Cuando la Biblia habla de llegar a ser perfectos aquí en esta tierra. Está usando la palabra perfección en otro sentido. Se refiere a “llegar a estar plenamente desarrollados en nuestra relación con Dios, crecidos o maduros”. Esto se ve por ejemplo en el propósito de las escrituras según el apóstol Pablo: “Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para… a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, (es decir) enteramente preparado para toda buena obra.” (2ª Tim. 3:16-17. RV. 1960. Cursivas y frase entre paréntesis son míos).

El autor de la carta a los Hebreos escribió que cuando entramos a la presencia de Dios para adorar, también nos acercamos “a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección.” (Hebreos 12:23).  Solo Cuándo partamos de esta tierra y nuestros espíritus lleguen a la presencia de Dios podremos decir que hemos llegado a la perfección. Pero no antes. Mientras vivamos en este mundo tendremos que luchar hasta la muerte en nuestra lucha contra el pecado: “Pues aún no han tenido que llegar hasta la muerte en su lucha contra el pecado.” (Hebreos 12:4).


Entender con claridad sobre el error del perfeccionismo me ayuda a ser  más real en   mi relación con Dios cuando peco, y mucho más humilde en mi trato con mis hermanos cuando me toca corregirlos (Gálatas 6:1-3).





Ahora respondamos la pregunta ¿Que es ser fiel a Dios?

El punto de equilibrio según el apóstol Juan:
  Juan 1: 5-7: Alguien fiel a Dios es alguien que vive en la luz Tratando su corazón. (Puedo estar equivocado. Pero parece que según el apóstol Pablo  “sacar a la luz es poner al descubierto las intenciones del corazón. 1ª Cor. 4:5).

  Juan 1: 8-10: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros; pero si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad. Si decimos que no hemos cometido pecado, hacemos que Dios parezca mentiroso y no hemos aceptado verdaderamente si palabra.”  ¿Quién de nosotros puede pretender llegar a ser perfecto, cuando el apóstol Juan dice que si decimos que no tenemos pecado estamos mintiéndonos a nosotros mismos (engañándonos)?

 Recordemos que la definición de la palabra pecado significa. “Errar, fallar, proponerse alcanzar un blanco y no llegar a él.  Todos fallamos, erramos y somos imperfectos (Hasta el más espiritual. Recordemos que el que está hablando el Apóstol Juan).

  Juan 2:1-2: “Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no cometan pecados. Aunque si alguno comete pecados, tenemos ante el Padre un defensor, que es Jesucristo, y él es Justo. Jesucristo se ofreció en sacrificio para que nuestros pecados sean perdonados; y no solo los nuestros, sino los de todo el mundo.”

Aquí vemos el punto de equilibrio de lo que significa ser fiel: “Está entre dos extremos.  Uno el de creernos que somos tan espirituales que ya no tenemos pecados o que ya no fallamos en nada. El otro  extremo es el de llegar a creer que podemos pecar libremente y que tales pecados no nos traerán malas consecuencias en nuestra relación con Dios”. Es como si el  apóstol Juan dijera: Les escribo estas cosas para que no pequen… Pero si pecan tenemos a Jesús. Listo, él está de nuestra parte. Arrepiéntanse y levántense. Su sacrificio cubre todos nuestros pecados pasados presentes y futuros”.


 Proverbios 24:15-16: “No hagas planes malvados contra el hombre honrado, ni causes destrozos en la casa donde vive, porque aunque caiga siete veces, otras tantas se levantará; pero los malvados se hundirán en la desgracia.”  ¿Notas lo que dice? Dice que el hombre honrado si cae se vuelve a levantar. La versión Reina Valera y la Nueva Versión Internacional lo expresan mejor en el verso 16. Dicen que si el justo cae siete veces, pero vuelve a levantarse ¡El justo no es el que nunca se cae! ¡Dice que el Justo se cae, pero lo que hace la diferencia con el injusto, es que vuelve a levantarse! ¡Que genial! Ser un justo (un fiel) para Dios no tiene nada que ver con ser perfecto, sino mas bien con luchar cada día (y la semana tiene siete días), por pararnos y permanecer con Dios ¡Me encanta esta escritura porque me anima demasiado! “No es mas fiel el que nunca se cae; sino el que cuando se cae se levanta con Dios.”


Salmos 119:54-60 dice algo muy interesante hablando del mismo tema:

“Tus leyes han sido mis canciones
En la tierra donde soy un extranjero.
Señor, por las noches me acuerdo de ti,
¡Quiero poner en práctica tu enseñanza!
Esto es lo que me corresponde: obedecer tus preceptos.
Tu, señor, eres todo lo que tengo;
He prometido poner en práctica tus palabras.
De todo corazón he procurado agradarte;
Trátame bien, conforme a tu promesa.
Me puse a pensar en mi conducta,
Y volví a obedecer tus mandatos.
Me he dado prisa, no he tardado
En poner en práctica tus mandamientos.”

  Con toda claridad lo que aquí no está en cuestión es la relación que tenía el escritor bíblico con Dios. Del verso 54 al 58 se respira una profunda relación con Dios y un amor profundo hacia el Creador. Lo que no quita la realidad de los versos siguientes (59-60). Aunque el escritor amaba profundamente a Dios y él era lo más valioso en su vida, se da cuenta que estaba pecando, pero al darse cuenta de ello no se mortificó pasando por un tiempo de penitencia, auto castigándose, culpándose o alejándose de Dios. Aquí hay un principio importante para todo aquel que quiera permanecer fiel a Dios. El hombre fiel busca arrepentirse rápido sin poner excusas cuando se da cuenta que está pecando en alguna área en su vida. El hombre de Dios busca permanecer con Dios porque es lo más importante de su vida. Pero reconoce humildemente que no es perfecto y por eso no le complica arrepentirse rápidamente. “No es más fiel el que nunca peca; sino el que cuando peca se arrepiente rápido por amor a Dios.”


  1ª de Reyes 15:3 y 5. Es otra escritura que me sirve muchísimo para comprender cual es la visión que Dios tiene de mí: “Abiam cometió los mismos pecados que su padre había cometido antes que él; y su corazón no fue fiel al Señor su Dios como lo fue el de David antepasado suyo… pues David se había conducido de manera digna de aprobación por parte del Señor, ya que nunca en su vida se apartó de lo que el Señor le había mandado, excepto en el asunto de Urías el hitita.”

 ¡Dios reconoce que David había sido fiel, aunque tenía bien claro que no había sido perfecto! ¡La diferencia es clara entre perfección y fidelidad! ¿Qué estás buscando? ¿Perfección o fidelidad?


Conclusión:
Job 1:1 y 8: “En la región de  Us había un hombre llamado Job, que vivía una vida recta y sin tacha y que era un fiel servidor de Dios, cuidadoso de no hacer mal a nadie… Entonces le dijo el Señor: ¿te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él que me sirva tan fielmente y viva una vida tan recta y sin tacha, cuidando de no hacer mal a nadie.”

¡Dios valora muchísimo mi fidelidad y habla de ella!
¡Vale la pena ser fiel a Dios y alegrar su corazón!



[1] Wayne Grudem, Doctrina Bíblica (Miami, Florida: Editorial Vida. 2005), p. 210.
[2] William Barclay, Palabras Griegas del Nuevo Testamento (El Paso, EE. UU. De América: Casa Bautista de Publicaciones. 1998), p.91.
[3] J. Oswald Sanders, Perfil De Un Verdadero Discípulo (San José, Costa Rica: Desarrollo Cristiano Internacional.1994), p.67.