El ejemplo de Eva: Madre de todos nosotros.
Eva: El ejemplo del creyente que no se aferra a todas las escrituras, ni busca la ayuda de otros para hacerle frente al enemigo y las tentaciones.
Eva cometió varios errores cuando se enfrentó con Satanás. El primero de todos fue que no se mantuvo fiel a la palabra de Dios ¿Dónde podemos ver eso? Bueno, en la respuesta que le da a la serpiente: “… Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: ‘No coman de ese árbol. Ni lo toquen; de lo contrario, morirán’” (v.3). Claramente Eva no fue fiel a la palabra de Dios y añade un segundo mandamiento al mandato original que Dios les había dado. No podían comer del fruto de ese árbol, eso era todo y así de simple. Eva añadió algo que Dios no había dicho: “Ni lo toquen”. Puso palabras en la boca de Dios que Dios no había dicho.
Si leemos lo que Dios dice en Deuteronomio 21:32 nos queda más claro el error de Eva. “Cuídate de poner en práctica todo lo que te ordeno, sin añadir ni quitar nada”. ¿Qué enseñanza podemos sacar los discípulos de Cristo de todo esto? ¿Tiene sentido para mí las palabras de Jesús en Juan 8:31-32? ¿Cuál es la diferencia que puedo notar en el modo como Eva enfrentó a Satanás y como Jesús le enfrentó en Mateo 4:1-10?
Otro error que podemos ver es que Eva no acudió a su marido para preguntarle por el asunto de la serpiente parlante. Dios había creado a Adán antes que la mujer, por lo tanto él llevaba el liderazgo en la relación. Y Dios había preparado de antemano a Adán capacitándolo para que este pudiera hacer frente a la futura tentación que tendrían que soportar ¿de que modo? Dios le dio el trabajo de ponerle nombre a todos los animales del campo (Gén. 2:18-20). ¡Adán ya sabía que las serpientes no hablan porque él mismo fue quien les puso nombre! Si Eva hubiese sido abierta en pedir la ayuda y el consejo de su marido, posiblemente jamás hubiera sido engañada por Satanás. ¿Qué nos enseña esto de la humildad que necesitamos para buscar, recibir y considerar el consejo y la ayuda de otros en aquellas áreas que nos resultan más difíciles de superar? Es verdad que por años erramos en nuestras relaciones de discipulado como iglesia, llevándolas a extremos poco sanos ¿Pero será que ya no necesitamos de la ayuda de otros para superar nuestras áreas débiles? ¿Qué hacemos con las escrituras que hablan de ayudarnos, animarnos y desafiarnos unos a otros dentro del cuerpo de Cristo? ¿Estoy dispuesto a cometer el error de Eva en mi propia vida? ¿Qué decisiones puedo tomar hoy para evitarlo?
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